Debo reconocer que me acerco con curiosidad e interés al autor de Abrió los ojos, y que la lectura de su novela me ha sorprendido muy gratamente. Por encima de todo, me quedo con su narrativa ágil, rápida, trepidante en algunos momentos, al punto que logra engancharte a la lectura, sumergirte en su desarrollo, y hasta compadecer a algunos de los personajes que, para su desgracia, entran en mundos que les vienen grandes, demasiado grandes.
Porque hay que decir que Abrió los ojos nos mete de lleno en temas de candente actualidad: las altas esferas, el poder, el dinero (más o menos fácil, y sucio o muy sucio en función de la mayor o menor facilidad con que se consigue), la corrupción, las influencias…asuntos que, por desgracia, vemos en la primera página de los periódicos y de los informativos desde ya hace demasiado tiempo. Todos esos asuntos, espinosos y delicados, los mezcla con maestría Aurelio González para enhebrar una trama trepidante, en la que el autor logra sumergirnos pero sin que nos mojemos. Para mí, esa es su principal virtud: se cuentan una sucesión de hechos, de manera aséptica, y que sea el lector el que determine dónde están los buenos y dónde los malos, hasta qué punto son comprensibles, y hasta lícitas, las actuaciones y los devenires de unos y otros en la apasionante historia en la que se ven inmersos.
El final resulta igualmente estimulante. Es evidente que dejar un final abierto siempre da pie a muchas, casi infinitas posibilidades, tanto por parte del autor, como por parte de los lectores. Estoy seguro que todos los que hayamos leído Abrió los ojos hemos dejado muchas preguntas sobre la mesa, abiertas a mil y una posible soluciones. Otro gran acierto de Aurelio González, al que habrá que seguir con atención.
Si no conoces a Aurelio González, sin duda Abrió los ojos es una gran oportunidad. Absolutamente recomendable.
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